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La voz y el carácter

Cuando se publicó en 1977 “El Resplandor”, de Stephen King, yo tenía 16 años y disfruté con su lectura. Estaba deseando ver la película cuando la estrenaron en 1980 y, como a tantos otros, me defraudó.

Es natural que haya críticas para todos los gustos, pero las primeras, aquí, en España, fueron pésimas.

¿Qué fue lo que más destacó?

Su doblaje al español es para algunos “el peor doblaje de la historia del cine.”

¿Son Verónica Forqué y Joaquín Hinojosa, malos actores? No, pero Kubrick los eligió porque el timbre de sus voces era como el de los originales, Shelley Duvall y Jack Nicholson. Kubrick quedó contento porque él no habla español. Pero salvando las diferencias idiomáticas, a Stephen King tampoco le gustó la película original, en inglés y, hablando con la BBC dice:

Shelley Duvall como Wendy es realmente uno de los personajes más misóginos jamás puestos en una película, está básicamente ahí para gritar y ser estúpida y esa no es la mujer que escribí”.

Hay una estrecha relación entre la voz y el carácter.

El resultado de una voz depende de la forma en que se elabora en el interior de las cavidades de la nariz y de la boca, donde intervienen la lengua, el paladar, el velo palatino, la naturaleza de los tejidos y la contractilidad de las paredes. Durante el acto de la fonación se ponen en movimiento más de 100 músculos, que reciben órdenes de los centros nerviosos a una velocidad de 14 impulsos por segundo. El timbre es el resultado de todas estas operaciones fisiológicas y psicológicas.

La voz es el sonido que emiten nuestros órganos de fonación. El lenguaje, en cambio, es un sonido organizado capaz de expresar necesidades interiores, y parte integrante de nuestros procesos mentales. La voz está más ligada a la condición genética y es menos influenciable que el lenguaje, estrechamente vinculado al ambiente y a la educación. Ambos son el espejo en el que vemos reflejados, no sólo estados de ánimo momentáneos, sino también las bases fundamentales de nuestra personalidad.

Dorothy Sarnoff, autora del libro, “No vuelva a sentirse nervioso”, afirma que el resultado de lo que decimos depende en un 50% de cómo lo decimos. Aquí intervienen características de la voz como registro, volumen, timbre, nasalización; y del lenguaje, como dicción, cadencia, afectación, modulación.

Si nuestros objetivos dependen en gran medida del resultado de nuestras reuniones, negociaciones, relaciones con clientes o presentaciones públicas, conocer nuestra voz y nuestra forma de hablar es muy importante.

En mi trayectoria he escuchado los lamentos de muchos profesionales que conocían de sobra sus limitaciones vocales porque su entorno les había advertido de cuan negativas eran para ellos esas características, pero ninguno había conseguido que le dieran la solución.

Cuando en Growman recibimos la grabación del discurso de un alumno que antes no lograba articular palabra sin trabarse, o la noticia de que una alumna ha conseguido aprobar aquellas oposiciones que estuvo a punto de abandonar, nos sentimos afortunados por haber tenido la oportunidad de ayudar a tantas personas y contar con su amistad y su gratitud.

Es posible mejorar la afasia, la falta de dicción, la voz monótona y pobre, el exceso de velocidad… ¿Qué es lo primero que necesitamos? Identificar bien el problema, conocer los motivos y tener un plan de acción. Todo podemos mejorarlo si tenemos interés y somos persistentes.

Mª Dolores Cañada

Directora de Formación

Redacciónvoz, habilidades
Según su carácter ¿Cómo serían las voces de Don Quijote y Sancho?

Hace algún tiempo compartimos un artículo en el que hablábamos de la Voz y el Carácter, donde introducíamos la teoría de que nuestra forma de hablar refleja nuestra personalidad.

Desde comienzos del siglo XX viene estudiándose como ciencia la relación entre la comunicación lingüística y el carácter, investigando los procesos lingüísticos por un lado y, por otro, los factores emotivos, los procedimientos del pensamiento, el entorno social y las variables de la personalidad.

En el desarrollo de la palabra de cada persona influyen dos factores fundamentales: Uno es el genético, que interviene en el registro, volumen, timbre, nasalización (entre otros rasgos) de la voz; y el otro el ambiental, ligado al lenguaje: dicción, cadencia, afectación, modulación…

Profundizando y trabajando cada rasgo del lenguaje por sí mismo, podemos ser capaces de dominar nuestra manera de hablar y la forma en la que queremos mostrarnos ante los demás.

Por ejemplo, una voz con un timbre monótono nos habla de personas sencillas y sinceras, muchas veces con falta de entusiasmo. Un timbre variado, presenta a personas complicadas, con un cociente intelectual muy alto, que prefieren tomar caminos con giros inesperados.

De esta manera, según los rasgos de personalidad, podemos ser capaces de definir las características de la voz de cada uno.

Conociendo a nuestros queridos personajes cervantinos, ¿cómo serían los tipos vocales de Don Quijote y Sancho Panza según su personalidad?

Don Quijote

Registro grave con tendencia a profundizar; volumen bajo, introvertido; timbre variado, con complicaciones; nasalización media, entre maduro e inmaduro; dicción sucia, con inhibiciones y complejos; cadencia media, entre emotivo y racional; afectación inexistente, por la consideración correcta de si mismo y modulación con reiteraciones, inseguro.

Sancho Panza

Registro agudo, superficial; Volumen alto, extrovertido; timbre monótono, sencillo; nasalización inexistente, maduro; dicción limpia, desinhibido; cadencia lenta, racional; afectación inexistente y modulación segura, sin reiteraciones ni insistencias.

Interesante ¿verdad? ¿Creen que puede mejorar nuestra comunicación con los demás siendo conscientes de este factor?

Continuaremos tratando este tema en próximas publicaciones.

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