Muchas personas en busca de su felicidad esperan que ésta les llegue sin más, y eso es algo que tienen que labrarse por sí mismos. Como nunca nacemos en posesión de una fórmula secreta para encontrarla, hay cosas que tenemos que aprender. A lo largo de nuestra vida quizás la hemos estado buscando fuera y el secreto de la felicidad se encuentra dentro de cada uno de nosotros.
Parece que nos encontremos como a la espera de un permiso para empezar a vivir plenamente, y la única persona que puede darnos ese permiso somos nosotros mismos.
Tenemos que comprender que somos nosotros y exclusivamente nosotros los responsables de nuestro bienestar, nunca encontraremos un botón mágico y sí una actitud.
Hacernos responsables de nuestras vidas significa un cambio profundo en el modo de enfocar las cosas, pero desgraciadamente solemos hacer lo contrario, hacemos todo lo que podemos para evitar ese cambio, esa responsabilidad.
Preferimos culpar a alguien o a algo de nuestra infelicidad, en vez de tomar las medidas necesarias para sentirnos mejor. Incluso hablamos de nuestros propios sentimientos como si fueran visitantes de otro planeta. Decimos se apoderó de mi ese sentimiento, como si fuéramos criaturas desvalidas, abrumadas por fuerzas misteriosas.
Con frecuencia las personas nos aferramos a los sentimientos desagradables, sin darnos cuenta de ello realizamos cosas que nos hacen sentirnos mal y entonces decimos “No pude evitarlo” en lugar de decir “No hice nada por evitarlo.”
Si nuestra decisión es querer ayudarnos, debemos elegir aquello que nos hace sentirnos contentos con nosotros mismos, en vez de hacer aquello que nos produce un malestar íntimo. ¿Por qué recordar las derrotas en vez de las victorias?
¿Por qué hemos de hacer lo que nos causa pesar cuando es igualmente de fácil hacer lo que nos complace? Como reconocer nuestros propios logros...
Cuando hacemos algo de lo que nos sentimos orgullosos felicitémonos por ello, saboreemos ese momento de satisfacción, reconozcamos nuestros propios méritos...
Muchas personas se hayan sujetas y se catalogan ellas mismas, “soy insufrible” “siempre hago las cosas mal y no puedo hacerlas mejor”. En vez de convencerse de antemano de que eso que queremos hacer, muchas veces es imposible para nuestras fuerzas y deberíamos emplear esas energías en buscar los medios para lograrlo. Tenemos que alentarnos nosotros mismos, nunca podremos realizar cosa alguna si creemos que no podemos hacerlo.
Por eso lo fundamental es realizar aquello que nos hemos propuesto hacer. Si tenemos que ejecutar un trabajo determinado y sentimos la tentación de postergarlo, preguntémonos como nos sentiríamos si no lo hacemos. Si nos respondemos que ello nos proporcionará un disgusto, decidamos realizarlo y tengamos la satisfacción de haberlo hecho, el haber triunfado sobre nuestra desgana siempre nos causará alegría, como el llevar a cabo lo que nos hace sentir bien y esto incluye a nuestros sentimientos y responsabilidades que nos unen a otras personas, porque si no podemos amarnos a nosotros mismos,
¿Cómo podríamos amar a otros?
Y librarse de los malos hábitos requiere de mucha perseverancia, para cambiar tenemos que desear desearlo, tenemos que vigilar lo que hacemos cuando nos sorprendamos de que estamos menospreciándonos a nosotros mismos, entonces cambiemos de dirección y sigamos adelante, también se necesita en esos momentos un sentido de la realidad.
Con frecuencia muchas personas quieren ser perfectas y se sienten desalentadas cuando descubren que no lo son. Claramente ese es un enfoque completamente equivocado, la perfección no está al alcance de los seres humanos. Juzgarnos a nosotros mismos según normas sobrehumanas es otro modo de hacernos daño, y, además una buena excusa para abandonarnos.
Tendremos que aprender a dialogar con nosotros mismos, necesitamos explicarnos las cosas, tranquilizarnos y sentirnos seguros, esto puede ayudarnos en toda clase de situaciones difíciles. Abstengámonos de juzgarnos, aceptémonos y hagamos de esa aceptación nuestro punto de partida.
Amado Martínez